7/10/07
Birmania y su lucha
BETTY MOTA
DESDE PUERTO LA CRUZ.- No sabía de su existencia hasta que los vi con sus trajes anaranjado y sus cabezas rapadas. Son los monjes de Birmania (Mayanmar), que cansados de cuatro décadas de “régimen socialista”, decidieron salir a protestar para enfrentar el despotismo de los asesinos del pueblo. Tampoco sabía nada de La Dama (Aung San Suu Kyi), mujer menuda de hablar suave, intelectual profunda de convicciones firmes, miembro honorario de la Universidad de Oxford y Premio Nóbel de la Paz por su larga y paciente lucha para que su amada tierra pueda, algún día, disfrutar de la libertad que soñó su padre, héroe independentista que cayó bajo el fuego de la insania, justo antes de que se lograra consolidar su sueño.
¡La Dama ! reconocida como la verdadera líder del pueblo, ha sufrido en carne propia los rigores de un régimen déspota, corrupto y negador de libertades; sin embargo, sigue imperturbable en su lucha no violenta por el rescate de la libertad que los traidores le arrebataron a su pueblo. No se doblega, a pesar del cautiverio que padece desde hace casi dos décadas. No abandona a su pueblo, aunque para ello haya tenido que renunciar a sus hijos. Allí sigue, con su espíritu libre, aunque su cuerpo esté cautivo.
En 1990, el partido por ella fundado ganó las únicas elecciones presidenciales que se celebraron en Birmania, luego de las revueltas de finales de los 80, las cuales pretendían poner fin a 25 años de socialismo despótico. Debió ser la presidenta, pero los militares la convirtieron en la más emblemática de sus prisioneros. Y es que jamás le perdonaron el coraje de haber liderado las esperanzas de un pueblo que no quiere renunciar a sus sueños.
Birmania, como muchos países “socialistas”, donde sus gobernantes les echan la culpa a los “países ricos e imperialistas” de las penurias de sus pueblos, está gobernada por una junta militar que se cree dueña de la vida de las personas desde hace más de 40 años. Esta junta, con el apoyo de la China, ha hecho esclava a una población que, pese a la riqueza natural del suelo birmano, vive en la más absoluta pobreza. Es en ese suelo donde monjes, estudiantes, líderes pacifistas y la sociedad civil en general, enfrentan la barbarie, la persecución y la muerte representada por los militares.
De la represión que el gobierno socialista de Birmania (Mayanmar) ha perpetrado en contra de una población civil desarmada y de unos monjes llenos de espiritualidad que han sido sitiados, encarcelados, desaparecidos y asesinados de la manera más vil por el simple hecho de exigir cambios, el “gobierno socialista venezolano” no ha dicho nada. ¿Y cómo podría hacerlo, si ese tipo de régimen es el que se quiere construir para nosotros?
Es una lucha desigual la que se está dando en Birmania, pero parece que la está ganando el pueblo. Ojalá que no claudique en su afán de quitarse de encima la intolerancia del régimen, ni se deje engañar de nuevo con falsas promesas de democratización que luego son olvidadas. Tomemos su ejemplo, porque también nosotros debemos librar nuestra propia lucha.
Nota: Estoy releyendo “El Estado y la Revolución” de Lenín. Parece ser el libro de cabecera del traidor de Sabaneta. En él se explica lo que debe ser el Estado revolucionario y el papel de las comunas en su construcción. Me dio escalofrío comprender lo que se proponen. La próxima vez toco este tema.
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