21/10/07

Apoyemos la ‘revolución azafrán’


ATUACIÓN DE PANAMÁ EN EL CASO BIRMANIA.

Betty Brannan Jaén

Washington, DC. -Hoy voy a hacer algo que casi nunca hago: aplaudir una acción del gobierno de Martín Torrijos. Lo he hecho anteriormente sobre la protección a la ballena y hoy lo hago sobre apoyar democracia en Birmania.

Pero confieso que con el secretismo que caracteriza el gobierno torrijista, no fue fácil averiguar que ellos habían hecho algo elogiable sobre el tema de Birmania. Me enteré solo porque la misión estadounidense ante las Naciones Unidas se tomó el trabajo de llamarme (cosa muy, muy inusual).

Hace unos diez días, Richard Grenell, portavoz de la misión estadounidense ante la ONU, se puso al teléfono para decirme esto: "Estuvimos muy complacidos con la diplomacia del embajador [Ricardo Alberto] Arias durante las discusiones" sobre Birmania. Tildó de "muy apasionada" la intervención que Arias había hecho ante el Consejo de Seguridad de la ONU, criticando la represión en Birmania y especialmente el encarcelamiento de la líder de oposición, Aung San Suu Kyi. Según Grenell, Arias mostró "impaciencia" con aquellos miembros del Consejo que deseaban "debilitar" el comunicado que el Consejo luego emitió, deplorando la represión y exigiendo la liberación de presos políticos.

Inmediatamente después de cerrar el teléfono con Grenell, llamé a Arias para ampliar la información, pero él no tomó la llamada, ni la devolvió; así son las cosas con este gobierno. Aun así, aplaudo su acción sobre Birmania, porque tengo años de estar vigilando desde lejos la terrible represión de los birmanos y porque Suu Kyi es una de las personas que más admiro en el mundo.

Es que veo tantos paralelos entre la lucha birmana para deshacerse de sus tiranos y que la libramos en Panamá. En 1988 --cuando los panameños estábamos en plena lucha contra el noriegato-- los birmanos sufrieron una masacre de la que Suu Kyi emergió como líder pro democracia. Los dictadores birmanos la encarcelaron, pero anunciaron elecciones para 1990. En Panamá, paralelamente, como sabemos, las elecciones en mayo de 1989 derrotaron al dictador, quien simplemente las anuló y mandó a apalear a sus adversarios. Fue por la fuerza de una invasión que la situación se resolvió y desde 1990, los panameños hemos vivido en libertad.

En Birmania, mientras tanto, el partido de Suu Kyi arrasó con las elecciones de 1990 (ganó 82% de la legislatura), pero los dictadores militares, como Noriega, anularon la elección. Desde entonces, ese país no ha avanzado un milímetro hacia la democracia y Suu Kyi ha estado presa por 12 de estos 18 años. Cuando su esposo se estaba muriendo de cáncer a mediados de los años 90, los dictadores militares le rehúsaron permiso para visitarla en Rangún. Murió sin verla.

En 1991, Suu Kyi --frecuentemente descrita como "la Nelson Mandela" de Birmania-- recibió el Premio Nobel de Paz. El honor seguramente le ha concedido alguna medida de protección contra los tiranos de su país, pero falta que el mundo haga mucho más para ayudar a acabar con esa dictadura. Ya vimos a fines de septiembre cómo las manifestaciones pacíficas de los monjes (vestidos en mantos de color azafrán) fueron brutalmente reprimidas. La ONU envió un emisario que nada pudo conseguir; ahora anda tratando de convencer a los vecinos de Birmania de que ejerzan presión sobre los dictadores. Estados Unidos ha impuesto nuevas sanciones económicas.

Pero la China Comunista se resiste. Parece que China es uno de esos miembros del Consejo de Seguridad que "impacientó" al embajador Arias con su deseo de proteger a los dictadores birmanos; las organizaciones de derechos humanos acusan que China es el protector de la dictadura y su principal sostén económico. Jody Williams, la activista estadounidense que ganó el Premio Nobel de Paz en 1997 por su campaña contra las minas terrestres, está pidiendo un boicot de las Olimpiadas de 2008 en Beijing, que algunos tildan de "Olimpiadas Genocidas", refiriéndose al apoyo chino por el gobierno brutal de Sudán (donde se está dando un genocidio en la región de Darfur). Otros activistas humanitarios opinan que en lugar de un boicot, más eficaz sería utilizar todos los medios posibles para que las Olimpiadas se conviertan en una humillación para China. También hay quienes recomiendan boicotear productos chinos.

Cada uno tendrá su estrategia preferida, pero lo que quiero recalcar hoy es que los panameños no debemos olvidar a los pueblos que todavía sufren como sufrimos nosotros durante la dictadura. A nivel de gobierno y de pueblo, hagamos todo lo posible para apoyar "la revolución azafrán" y liberar a Aung San Suu Kyi.


La autora es corresponsal de La Prensa
http://www.prensa.com/hoy/opinion/1150880.html

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