BANGKOK, 31 ene (IPS) - La líder del movimiento prodemocrático de Birmania, Aung San Suu Kyi, gozó de un inusual momento de libertad: su exhortación a no dejarse engañar con las promesas de cambio político de la dictadura militar llegó a oídos de los gobiernos asiáticos.
Aung San Suu Kyi se manifestó "insatisfecha" con los resultados de las reuniones que tuvo con el oficial de enlace de la junta militar, el ministro de Trabajo Aung Kyi, para resolver la crisis política.
La versión fue divulgada a periodistas en Rangún el miércoles por el portavoz de su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), Nyan Win.
Lo más preocupante para la premio Nobel de la Paz, indicó Nyan, es "la falta de cualquier tipo de cronograma" para las deliberaciones entre la dictadura y la oposición prodemocrática, gran parte de cuyos líderes están encarcelados en infames condiciones o en el exilio.
"Deberíamos esperar lo mejor y prepararnos para lo peor", dijo Aung San Suu Kyi, según el portavoz, al reunirse con dirigentes de la LND en una hostería militar de Rangún, la antigua capital del país.
La reunión de Aung San Suu Kyi con sus colaboradores fue en extremo inusual, pues la junta la ha mantenido en arresto domiciliario durante más de 12 de los últimos 18 años. Fue la segunda, luego de su primera conversación en más de tres años con dirigentes de la LND, en noviembre pasado.
Este partido, el principal de Birmania, triunfó en las elecciones generales de 1990, cuyo resultado la junta militar se negó a reconocer.
Las cinco instancias de diálogo de la líder prodemocrática con el ministro Aung Kyi fue consecuencia de la presión internacional, luego de la brutal represión a las protestas pacíficas de septiembre que, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), acabó con al menos 31 vidas.
En noviembre, Aung San Suu Kyi había indicado que las conversaciones eran un avance constructivo. Las de este miércoles se apartaron de esa retórica.
"Nadie puede malinterpretar lo que dijo, y menos que menos países como China, India y Japón y los vecinos de Birmania en el sudeste asiático", dijo Debbie Stothard, de la organización de derechos humanos ALTSEAN, que hace campaña por cambios políticos en aquella nación.
"Los países asiáticos estaban preparados para dar a la junta la oportunidad de un cambio luego de la represión de septiembre, y estaban dispuestos a ser más conciliatorios que los de Occidente", aseguró Stothard.
Pero Aung San Suu Kyi dejó al descubierto el juego de la junta militar, que "ofrece muy poca sustancia, aunque trata de dar la apariencia de que afrontan negociaciones serias", explicó la activista.
"Fue muy valiente por parte de Aung San Suu Kyi hablar con claridad esta semana, porque se arriesga a sufrir más años de confinamiento solitario o que se le acaben las reuniones con su partido", consideró.
"Si las declaraciones de los militares sobre su voluntad de embarcarse en negociaciones significativas fueran serias, debieron haberlas comenzado en noviembre con un cronograma en mente, lo cual depende de ellos", dijo a IPS Zin Linn, portavoz de la Coalición Nacional de Gobierno para la Unión de Birmania, el gobierno en el exilio.
"Aung San Suu Kyi sabe que la gente sufre y no quiso darle falsas esperanzas sobre las negociaciones con la junta", agregó.
China, India y los vecinos de Birmania en la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) se preocupó más por darle a la dictadura oportunidades para recomponer el diálogo.
En cambio, Europa, Estados Unidos y Gran Bretaña consideraron sanciones más duras contra la junta, y endurecieron su retórica, luego de la represión de septiembre a las protestas prodemocráticas conducidas por monjes budistas.
Pero todos los países lograron acuerdo en presionar a la junta para que admitiera dos visita del enviado especial de la ONU, Ibrahim Gambari, y sus entrevistas con Aung San Suu Kyi y con el jefe de la dictadura, general Than Shwe. Sin embargo, se le negó la visa para una tercera visita.
A pesar del compromiso del gobierno de no arrestar más opositores luego de las protestas de septiembre, la organización de derechos humanos Amnistía Internacional aseguró este mes que desde noviembre se registraron 96 detenciones.
"Mientras Than Shwe esté a cargo, no veo ninguna conciliación posible entre los militares y Aung San Suu Kyi", dijo el analista político birmano Aung Naing Oo, exiliado en Tailandia.
"Él ha tratado de marginarla, y su última estrategia fue usar la ‘hoja de ruta’ hacia la democracia y el debate hacia una nueva constitución para alcanzar ese objetivo", según el analista.
Pero el tiro le salió por la tirata. "Hoy, Than Shwe tiene pocas opciones más que maniobrar, pues no quiere renunciar al poder ni tiene interés en hablar con Aung San Suu Kyi", concluyó Aung Naing Oo. (FIN/2008)