8/5/08

Viaje a las tinieblas de Rangún

ABC, primer medio español en Birmania. Crónica de Pablo M. Díez desde el epicentro de la tragedia
Pablo M. Díez, enviado especial de ABC a Birmania
ABC es el primer medio español que entra en la hermética y aislada Birmania, donde la Junta militar prohíbe el acceso a los periodistas, y llega hasta su principal ciudad, Rangún, sacudida el pasado fin de semana por el ciclón "Nargis"
El desastre provocado sobrecoge a vista de pájaro. Cuando el avión procedente de Bangkok va a iniciar el descenso sobre la principal ciudad de Birmania, Rangún, todo lo que se ve desde la ventanilla es una vasta de extensión de terreno inundada. El agua, turbia y enfangada, ha inundado los cultivos de arroz borrando las formas irregulares que dibujaban las parcelas, esos cuadritos y rectángulos que se suelen ver desde el aire y que ahora son sólo un recuerdo apenas perceptible bajo el manto de barro. Igual que algunas casas que, a duras penas, se mantienen en pie y parecen pequeñas islas rodeadas por un océano de color marrón.
Hasta donde alcanza la vista, el paisaje es una espeluznante naturaleza muerta. En esta zona situada al este de Rangún, en el delta del río Irrawaddy, no se ve, siquiera diminuta, ni una vaca, ni un campesino, ni un tractor moviéndose por una carretera que está anegada. Asusta la falta de vida porque, seguramente, significa que hay abajo no queda nadie vivo y todos han perecido por el ciclón que azotó Birmania el pasado fin de semana.
ABC, primer medio español en Birmania. Crónica de Pablo M. Díez desde el epicentro de la tragedia
Un grupo de personas camina por una calle inundada durante el paso del ciclón Nargis
Sólo al aproximarse el avión al aeropuerto se aprecia algo más de movimiento en las casas dispergadas a su alrededor. En el horizonte, coronado por el sol que cae al atardecer, ascienden columnas de humo procedentes de las hogueras con que, allá abajo, entre las ruinas, los supervivientes están cocinando con carbón debido a la falta de electricidad. O de las piras funerarias con que se están quemando los cadáveres, tanto humanos como animales, para evitar que sus cuerpos en descomposición propaguen epidemias entre los vivos.
Al salir del sorprendentemente moderno aeropuerto de Rangún, inaugurado el año pasado, la desolación a ras de suelo golpea como una bofetada al recién llegado. La noche ha caído sobre Birmania y la carretera que lleva hasta la ciudad está completamente a oscuras. Iluminados por los faros de los coches, a ambos lados de la vía se sucede una hilera de gigantescos árboles derribados por el ciclón.
"Algunos eran el doble de viejos que yo y tenían hasta 60 años", se lamenta Win Zaw O, el conductor de un hotel de Rangún cuya casa, a 35 kilómetros del casco urbano, fue azotada por el "Nargis" durante toda la noche del viernes. "El viento no dejaba de soplar y, al final, se llevó el tejado, que era de tejas, y uno de los muros laterales se acabó derrumbando", explica Win Zaw O a ABC, que ha conseguido entrar en este hermético y aislado país dirigido por una Junta militar que prohíbe los visados a los periodistas.
A pesar de tales restricciones, que están retrasando el reparto de ayuda humanitaria, ABC ha sido el primer medio español en acceder al país, donde hoy ha podido comprobar de primera mano la realidad sobre el terreno y donde permanecerá durante los próximos días para narrar el drama que sufren los birmanos.
"Llevamos cinco días sin electricidad ni agua y tenemos que cocinar con carbón a la intemperie", explica Kun Thay, quien también se queja de que "los precios se han triplicado, ya que un bidón de agua con veinte litros cuesta 1.000 kyats (1 dólar) y un kilo de arroz 1.500 kyats (1,5 dólares)". Para un occidental, puede que estos importes no resulten excesivamente caros, pero para Kun Thay suponen una fortuna. Y es que, como el 90 por ciento de los birmanos, este vendedor ambulante vive con menos de un dólar al día porque sólo reune 20 dólares al mes recorriendo las calles con su carrito de fruta.
"Por supuesto, de la carne y el pescado ya nos hemos olvidado estos días", indica Kun Thay en una oscura avenida de Rangún, que permanece entre tinieblas porque el suministro eléctrico sigue sin restituirse en la mayor parte de esta ciudad de 6,5 millones de habitantes. De hecho, sólo hay luz en algunas zonas del centro urbano y en aquellos bloques, hoteles, tiendas y restaurantes que disponen de generadores propios.
Cae la noche sobre un país sumido en el caos y la tragedia. Birmania, como Rangún, sigue entre tinieblas una semana después de que el ciclón "Nargis" barriera su costa con la furia de las fuerzas desatadas de la Naturaleza. [Más crónicas datos e imágenes en exclusiva, mañana en las páginas de ABC]

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