3/6/09

Informe Especial: La Masacre de Tiananmen

La Gran Época

Vivencias en medio de los momentos más dramáticos de la represión estudiantil del 4 de junio de 1989 en Beijing



Un pequeño hombre delante de una hilera de tanques del ejercito chino fue una imagen que sorprendió al mundo el 5 de junio de 1989.

El periodista que, fracturado y herido, siguió informando

Las imágenes en las que un estudiante chino enfrenta a una fila de tanques cerca de la plaza Tiannamen, un día después de la brutal represión, aún conmueven a Occidente, a 19 años de la masacre. Para el periodista Jonathan Mirsky –entrevistado por La Gran Época–, las memorias y las imágenes son tan conmovedoras como perturbadoras: él fue un testigo directo de la masacre.

Corresponsal en ese entonces del periódico Observer, Mirsky estuvo en la Plaza Tiananmen la noche del 3 de junio, cuando llegó el ejército.

“Dispararon contra algunos, y a otros les pasaron por encima con los tanques”, dijo. “No está claro a cuántas personas asesinaron en el centro mismo de Beijing; quizás fueron unos cientos en la plaza”.

Mirsky había pasado más de seis semanas en la plaza observando las manifestaciones de los estudiantes que comenzaron el 16 de abril.

A pesar del peligro, Jonathan permaneció en la plaza el 4 de junio para informar sobre los horrores del incidente, por lo cual recibió el premio británico “Periodista Internacional del Año”.

Fue salvajemente golpeado por la Policía Armada al intentar escapar de la plaza esa noche. Le rompieron un diente y quebraron su brazo izquierdo.

“Tuve que caminar hasta la imagen de Mao, pero justo debajo del retrato estaba la Policía Armada. Ellos me vieron, así que puse mis manos en alto y dije ‘soy un periodista extranjero’. Me insultaron y comenzaron a golpearme con sus bastones de goma”.

Johnathan Mirsky, el periodista que estuvo presente en la masacre.

También golpeaban a otra gente, no solo a mí. Vi que cuando alguien caía, los oficiales le disparaban a la persona en el suelo. Pensé que me iban a matar, pero pude escaparme de ellos”. Regresó a su hotel y, a pesar del terrible dolor por el brazo fracturado, continuó informando sobre los hechos en la plaza.

“Sorpresivamente, de alguna manera, el Hotel Beijing no había desconectado la línea telefónica. Así que pude llamar a mi periódico y dictarles mi historia. A la mañana siguiente, domingo 4, el Observer publicó la nota completa”.

A las diez y media de la mañana del 4, regresó.

Se unió a varios cientos de padres que iban por la avenida Changan hacia la plaza para averiguar qué había pasado con sus hijos. Una gran cantidad de soldados y tanques bloqueaba la entrada. Un oficial les advirtió por megáfono que se fueran, amenazándolos con dispararles si no lo hacían.

Los soldados dispararon al aire y todos se arrojaron al suelo. “Yo también me arrojé al suelo. Sabía que estaban usando balas de verdad, porque lo había visto la noche anterior. Así que les grité a los padres que eran balas de verdad. Pero había mucho ruido, todos se pusieron de pie, y entonces los soldados comenzaron a dispararles”.

“Deben haber asesinado a varias decenas de personas”. Poco después, llegó una ambulancia del Hospital Concord, con 7 u 8 médicos y enfermeras de uniforme blanco. “Llegaron y comenzaron a asistir a esas personas. La mayoría había huido, pero había muchas en el suelo, incluyéndome, aunque a mí no me habían disparado. Ahí nomás, el ejército disparó contra los médicos y las enfermeras. Escapé a las rastras”.

Un fotógrafo del Observer que estaba con Jonathan fue a los hospitales de Beijing a tomar fotografías. Las imágenes muestran pilas de cuerpos, recuerda Jonathan. “Tú sabes, no solo unos cuantos, sino amontonados. De alguna manera él pudo enviar las fotos a Londres”.

Cuerpos de los estudiantes asesinados, apilados en un hospital de Beijing.

Jonathan volvió a Inglaterra en la tarde del 4 de junio. Pudo volver a China hasta 1991. Desde entonces, ya no pudo.

“No dan razones. Ellos siempre dicen, ‘usted sabe por qué’. Me rechazaron la solicitud de visa unas diez veces”.

Mirando atrás, a Jonathan todavía lo sorprende la escala y el coraje de las manifestaciones estudiantiles. Primero, los estudiantes querían libertad de prensa y más representación. Luego, cuando parecía que no había oposición, comenzaron a pedir más. Jonathan dice que las demandas de los estudiantes eran inconcebibles.

“Había gente diciendo ‘Abajo Deng Xiaoping’, ‘Abajo el partido comunista’. Es impensado decir esas cosas en China”.

“La gente pedía democracia, libertad de expresión, libertad de prensa. Eso era imposible, era imposible decir esas cosas. Era sorprendente que se estuvieran diciendo esas cosas de esa manera. Es como si alguien hubiera quitado el corcho de una botella y de repente se escaparan un montón de cosas. Así que la reacción del régimen fue volver a colocar el corcho. Eso no se puede, ¡es imposible!”

“Ocurrieron un montón de cosas y muchas otras todavía ocurren. La frase ‘[Masacre de] Tiananmen’ no puede mencionarse en China. Todavía hay gente encarcelada desde entonces, y si alguien tipea ‘[Masacre de] Tiananmen’ en internet, es posible que la policía rastree y arreste a esa persona. Así que todavía es un tema serio. Aunque en China solo se lo menciona escuetamente como ‘el incidente’, por supuesto que no fue solamente un ‘incidente’”.

El día después: Los tanques del Ejército de Liberación Popular bloquean la estratégica Avenida Chang’an, que desemboca en la Plaza Tiananmen, el 5 de junio de 1989. Las calles aún muestran los restos de la matanza del día anterior.

Otra cosa que recuerda Jonathan es que días antes de la manifestación, Beijing parecía un lugar diferente. “Prácticamente no había soldados en los alrededores, y no se veía mucha policía, Beijing estaba muy pacífica. De hecho, estaba inusualmente pacífica”.

“Nunca pensé que esto pasaría. Me refiero a que el gobierno parecía haber desaparecido durante esas semanas. Pensábamos que el gobierno había perdido el control, de alguna manera, pero en realidad estaban planeando qué hacer. Había un debate dentro del Politburó sobre cómo manejar este asunto”.

Jonathan dice que no le sorprendería que el régimen comunista chino asesinara nuevamente de la misma forma. “Matarán cuando les sea necesario. Tibet, Taiwán, Falun Gong. El partido comunista quiere mantenerse en el poder. Si cambia, en realidad es una máscara, lo principal –el control– lo mantiene”.

“En China hay mucha, mucha gente que quiere democracia. Es simplemente una mentira que los chinos no quieren o no pueden vivir en democracia. Taiwán, Hong Kong y mucha gente en China habla de varias formas de libertad”.

“Es grandioso que alguien en China tenga el coraje de resistirse. Pero tiene que estar preparado para un castigo terrible”.

Usaban tanques y bayonetas, y le disparaban a la gente

Fang Zheng, con sus piernas destrozadas por los tanques. Luego se entrenó y ganó varias medallas como atleta discapacitado, pero cuando se supo que había perdido sus piernas en la Masacre de Tiananmen, lo descalificaron.

Chai Ling, ex líder de aquel movimiento estudiantil pro-democrático de Beijing, tenía veintitrés años cuando logró sobrevivir a la matanza en la plaza de Tiananmen el 4 de junio de 1989. Cuatro días después, esta estudiante graduada en Psicología hizo una dramática descripción de los sucesos. Explicó cómo pudieron morir 4.000 estudiantes bajo las armas de fuego y los tanques del Ejército de Liberación Popular.

“La situación empeoró entre las 8 y 10 de la noche del 3 de junio, y la organización de la movilización llamó a una conferencia de prensa para informar a los periodistas los hechos que estaban teniendo lugar. (...)

A las 10 de la noche del 3 de junio, se fundó la «Universidad de la Democracia de la plaza Tiananmen». El diputado Chang Ckeng-li fue nombrado presidente. La gente nos felicitaba. Entonces la organización empezó a recibir un mensaje de emergencia tras otro. La tensión crecía. Nos informaron que corría sangre en la calle Changan, que los soldados empleaban tanques, bayonetas y gases lacrimógenos y disparaban a la gente. Se amontonaban los cuerpos en la calle Changan con sangre sobre sus pechos, y los estudiantes comenzaron a llegar a la plaza con sangre en las manos, pechos y piernas.

Después de las 10 de la noche del 3 de junio, la organización pidió calma (...). Los estudiantes nos sentamos en la plaza a esperar ser sacrificados. En este momento, desde los altavoces de alrededor del Cuartel General, se oía la canción «El heredero del Dragón». (...)

En la mañana del 4 de junio, la organización decidió no movilizar a los estudiantes, y estos eran reacios a salir. La primera línea era la más firme, y los que iban detrás se mentalizaban para mantenerse en silencio aun si la primera línea de estudiantes fuera atacada y asesinada (...). Los estudiantes cantaban «La Internacional» y fueron a negociar con el ejército pidiendo que les permitiera retirarse pacíficamente, pero antes de conseguirlo los soldados se precipitaron con sus bayonetas hacia el monumento, disparando a mansalva.(...) Los estudiantes comenzaron a huir; algunos pensaban que las tropas solo los arrestarían, pero los tanques comenzaron a pasar sobre los estudiantes que dormían en tiendas de campaña. Posteriormente, las tropas rociaban con gasolina los cuerpos y los convertían en antorchas (...). El símbolo del movimiento prodemocrático -la diosa de la democracia- fue derribado por una columna de tanques (...).

Los estudiantes queríamos regresar a la plaza para protestar por tal brutalidad, pero los ciudadanos nos disuadieron de no hacerlo. (...)

En un muro de una organización cercana había un eslogan «Propugnar una política correcta del partido». La radio retransmitía «Esto es un motín, debemos establecer el orden en la capital». (...)

Cuando regresamos a la Universidad de Beijing, supimos que a las 10 de la noche del 3 de junio, el Premier comunista Li Peng había dado tres órdenes: 1) las fuerzas armadas abrirán fuego en la parte superior de la plaza rápidamente; 2) las tropas deberán limpiar la plaza al alba, y 3) deben detener a los lideres estudiantiles y matarlos sin dilación”.

“200.000 muertos a cambio de 20 años de estabilidad”

Breve reseña de los trágicos hechos del 4 de junio de 1989 en la Plaza Tiananmen
El Secretario General del Partido Comunista Chino, Zhao Ziyang, conversa con los estudiantes en huelga de hambre, el 19 de mayo de 1989. Zhao fue el único líder del PCCh que apoyó públicamente a los estudiantes, debido a eso, fue destituido y condenado, y murió bajo arresto domiciliario el 17 de enero 2005.

La Plaza Tiananmen fue el escenario de las manifestaciones que, a lo largo de varios meses, sucedieron a la muerte del secretario general del partido comunista, Hu Yaobang, quien impulsó la reforma y la condena de las políticas y programas de la era de Mao. Hu fue denunciado por el Partido Comunista Chino (PCCh), pero admirado por el pueblo chino por intentar cambiar al régimen sangriento del PCCh.

Después de la muerte de Hu por un ataque cardíaco el 15 de abril de 1989, los estudiantes universitarios llenaron la Plaza Tiananmen en homenaje a los esfuerzos de Hu, haciendo un llamado al PCCh para que aplicara sus ideas de apertura y democracia. Manifestaciones similares ocurrieron por toda China, especialmente en Shanghai.

El entonces secretario general Zhao Ziyang simpatizaba con los estudiantes y recomendó una resolución pacífica, por lo que fue depuesto.

Los estudiantes permanecieron en Tiananmen hasta la noche del 3 al 4 de junio, cuando el entonces secretario de la Comisión Militar Central del PCCh, Deng Xiaoping, le ordenó al ejército que liberara la plaza. El ejército envió a la infantería con tanques, que se topó en las calles con multitudes de ciudadanos comunes que, aunque no participaban de las protestas en la Plaza Tiananmen, tampoco querían que los estudiantes fueran reprimidos. El ejército abrió fuego sobre los civiles, asesinando e hiriendo a miles.

El ejército finalmente llegó a la Plaza Tiananmen y la tomó. Las cifras finales de víctimas no se conocen –las menores ubican el número de muertos entre uno y tres mil–. El PCCh negó que se haya matado a manifestantes y, por el contrario, dijo que los manifestantes atacaron a los soldados, asesinando a algunos de ellos. El PCCh se mantiene en esta línea hasta hoy, a pesar de la evidencia fílmica y fotográfica de la matanza.

Liu (seis) Si (cuatro), dicen simplemente los chinos que saben sobre el acontecimiento de este día en China. Para la gente fuera de China, el 4 de junio evoca aquel día de 1989 en el que miles de estudiantes desarmados murieron aplastados por los tanques del ejército del PCCh en la Plaza Tiananmen de Beijing, China. El régimen del PCCh no ha admitido el asesinato masivo, porque este no es sino la continuidad del mismo gobierno que estuvo en el poder durante aquel acontecimiento. En el exterior, gracias al esfuerzo de muchos periodistas extranjeros que estuvieron presentes en la masacre, millones de personas atestiguaron y se estremecieron con las imágenes, solo por eso el PCCh no pudo esconder totalmente la verdad.

Hoy, los estudiantes o jóvenes en China saben poco y nada de la Masacre de Tiananmen; la mayoría lo ignora completamente. En los libros de estudio chinos casi ni aparece una sola palabra referida a esa tragedia. Solo se encuentran breves reseñas del régimen chino, aludiendo que las manifestaciones estudiantiles pretendían el derrocamiento del régimen y la desaparición del Partido Comunista, y que el Ejército actuó con restricción, en defensa propia.

La frase del título pertenece a Deng Xiaoping, que mejor resume lo que significó para el régimen comunista el movimiento del 4 de junio y la posterior masacre de Tiananmen: “200.000 muertos a cambio de 20 años de estabilidad”.

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