6/2/08

BIRMANIA: ¿Cuántos monjes deberán morir?


Entrevista de Marwaan Macan-Markar

MAE SOT, Tailandia, feb (IPS) - Las protestas prodemocráticas continuarán este año en Birmania, luego de que la brutal represión contra manifestantes pacíficos paralizara a la población. Así lo cree el monje budista Ashin Kovida, uno de los líderes del movimiento.

La fuerza usada por la junta expuso al mundo su verdadera naturaleza. "La comunidad internacional pudo saber realmente cuán represivo es el régimen militar birmano", enfatizó Ashin. "Es una de las virtudes de nuestra lucha."

"Hubo muchos asesinados --monjes, estudiantes, simples ciudadanos-- cuando los soldados atacaron brutalmente a los manifestantes", prosiguió. "También demostró por qué el régimen es responsable del sufrimiento de los budistas birmanos. La historia es espantosa."

"Querría preguntarle al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuántos monjes y ciudadanos deberán ser sacrificados antes de intervenir", agregó Kovida, quien a los 24 años ostenta el título de "venerable".

El se encontraba en Rangún, antigua capital y principal ciudad de Birmania, cuando la junta militar ordenó a los soldados disparar contra manifestantes desarmados.

También presidió el comité de monjes que organizó una marcha en la que participaron más de 100.000 personas en las calles de Rangún en septiembre, mes en que se registró un efímero renacimiento de las protestas en procura de alivio económico y libertad política.

Muchos de los participantes en las manifestaciones eran monjes que marchaban de túnica marrón. Según la ONU, 31 personas resultaron muertas y cientos sufrieron arresto en la represión de las protestas.

Organizaciones de derechos humanos y opositoras elevan esas cifras a más de 100 muertos y más de 1.000 detenidos.

Tres religiosos budistas murieron, uno de ellos a golpes y otro en sesión de tortura, informó a fines de enero la Alianza de Monjes de Birmania. Según la organización, se desconoce el destino de 44 monjes y monjas detenidos en incursiones militares a 53 monasterios de todo el país.

La represión tuvo efecto. "La gente continuó sufriendo como antes de septiembre", dijo Kovida a IPS a través de un intérprete. "La lucha contra el régimen militar continuará este año. La población tiene un gran deseo de que así sea."

Pero difícilmente Kovida participe en esas protestas. Poco después de las manifestaciones de septiembre, y tras una huida de tres semanas, se radicó en Mae Sot, en la frontera de Tailandia con Birmania, para evitar el arresto.

En primera instancia, se refugió en una vivienda a unos 65 kilómetros de Rangún, para esquivar a las patrullas que lo rastreaban con su fotografía en la mano. Debió dejarse crecer el cabello en la cabeza pintada de dorado, vestir como un adolescente a la moda y calzarse una pulsera.

Kovida creció en la pobreza, en un villorrio de 20 viviendas en el occidente de Birmania. Llegó a Rangún en 2003 para iniciar sus estudios en un monasterio, único modo en que un joven de su condición social podría acceder a una educación.

"En mi tiempo libre comencé a estudiar inglés, y, gracias a algunos amigos, vi grabaciones de lo que sucedió en agosto de 1988", recordó. En ese año ocurrió la última gran represión: las tropas dispararon contra manifestantes y mataron a unas 3.000 personas.

"Me di cuenta de que la culpa era del gobierno militar. Me enfurecí y sentí que debía hacer algo", recordó..

La decisión de la dictadura de elevar en agosto el precio del petróleo 500 por ciento sin aviso previo aumentó el enojo de Kovida.

"Comenzamos a ver más gente sufriendo, niños que no podían asistir a la escuela, mendigando por comida en las calles. Los monjes no podían ignorarlo, pues es el pueblo el que siempre les da a ellos su alimento por las mañanas", explicó.

Así comenzó el proceso de transformación de Kovida de discreto disidente a líder de protestas en Rangún. A comienzos de septiembre, soldados chocaron con 300 monjes en el central poblado de Pakokku. Apartaron a 10 de los monjes y los golpearon con varas de bambú.

"Los monjes les pusimos como plazo al régimen para disculparse por lo que hizo en Pakkoku el 17 de septiembre. No lo hicieron. Comenzamos a organizar una protesta en Rangún, pero nos dimos cuenta de que no teníamos líderes. Debimos instalar un nuevo comité", explicó.

Así nació el Comité Representativo de Monjes Budistas. Kovida dio un paso al frente cuando sus pares en Rangún preguntaron quién se ofrecía como líder para encabezarlo.

"Nuestro plan fue que los monjes comenzaran a marchar y condujeran a la muchedumbre", recordó. "Acordamos actuar sistemática y pacíficamente."

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