Tiempo de Hoy - No les vamos a aguar la fiesta. A pesar de las protestas, los Juegos Olímpicos se inaugurarán en Pekín el 8 del 8 de 2008.
No les vamos a aguar la fiesta. A pesar de las protestas, los Juegos Olímpicos se inaugurarán en Pekín el 8 del 8 de 2008. Habrá atletas, espectadores y periodistas que lleven emblemas bien visibles con la palabra “Libertad” en ideogramas chinos, quizá algún conato de manifestación, tal vez alguna ausencia significativa, pero es probable que se cumplan las previsiones de las autoridades chinas sin contrapartidas. Se les exige el fin de la censura, que cese la violencia contra los disidentes chinos y la represión en Tíbet y la iniciación del diálogo con los representantes tibetanos.
Ni siquiera el Dalai Lama pretende boicotear los Juegos Olímpicos, pero sí aprovechar la ocasión para obligarles a cumplir la promesa, que hicieron en 2001, de respetar los derechos humanos. Los mandatarios de Pekín no parecen dispuestos a modificar su actitud política ni sus leyes autoritarias y consideran dichas exigencias una intromisión intolerable en sus asuntos internos. Frente nuestra impotencia, el centenar de periodistas, internautas y ciberdisidentes seguirán encarcelados por expresarse pacíficamente, sin posibilidad de defensa.
Mientras otros se juegan la vida, lo más que podemos hacer desde la libertad es informar sobre los represaliados. De forma periódica recibo noticias de Amnistía Internacional y Reporteros sin Fronteras sobre las tropelías que se cometen en el mundo contra la libertad de expresión. Me informan de un modo especial sobre U Win Tin, 78 años, ilustre periodista birmano encarcelado del que soy madrina junto con otros colegas españoles. Desde mi confortable y gozosa situación periodística, escribo con pudor sobre mi prohijado Win Tin. Dicen que siempre es eficaz para frenar los atropellos de sus carceleros. Si lo hago con escepticismo es porque ni siquiera tengo noticias de su estado físico en estos momentos.
Sé que su estado mental es excelente, pues el 7 de febrero le visitaron en el hospital de Rangún unos oficiales del Gobierno para ofrecerle la libertad a cambio de que dimitiera de la Liga Nacional para la Democracia y abandonase su compromiso democrático y, una vez más, él se negó. Estaba convaleciente de una grave operación quirúrgica, pero ante su negativa fue devuelto a la celda especial de la insalubre cárcel de Insein, donde lleva internado desde el 4 de julio de 1989. Sus compañeros le llaman “El Sabio” y sus carceleros dicen que es un hombre de hierro porque jamás le han visto deprimido. Win Tin fue redactor jefe del diario Hanthawathi, vicepresidente de la Asociación de Escritores de Birmania, miembro del Comité Ejecutivo de la Liga Nacional para la Democracia, ha recibido premios internacionales y es uno de los mentores políticos de Aung San Suu Kyi, la premio Nobel de la Paz, también privada de libertad. El periodista más célebre de Birmania nunca ha aceptado rendirse. La primera vez fue condenado por dar asilo a una joven que había abortado, la segunda por “pronunciar palabras sediciosas, organizar movimientos subversivos y redactar panfletos incitando a la traición contra el Estado”. La tercera condena le cayó por “publicar propaganda antigubernamental y provocar motines en la cárcel”. Win Tin es un anciano enfermo que no recibe la atención necesaria y puede morir en cualquier momento. Me aseguran que apadrinarle es negarse a que el silencio se convierta en una nueva condena, que las denuncias internacionales le mantienen vivo e incluso es posible que se logre su libertad.
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