7/4/08

Contra la antorcha olímpica en Londres

A medida que la antorcha olímpica recorre las calles de Londres, bajo una constante nevada, decenas de activistas intentan impedir su progreso.

Una forma de protestar por las violaciones a los Derechos Humanos perpetradas por el gobierno chino contra sus propios ciudadanos – que incluye detenciones ilegales, torturas y pena de muerte – y por su apoyo a los regímenes de Sudán y Birmania.

Un hombre trató de arrancar la antorcha a un niño, que la presentaba a las televisiones, y otro utilizó un matafuego para tratar de apagar la llama que promociona, bajo el lema Enciende la pasión, comparte los sueños, los Juegos Olímpicos que se celebrarán dentro de 122 días.

Mientras que dos mil policías londinenses velan por la seguridad, y la procesión de 31 millas aún continúa, más y más manifestantes se arrojan al suelo envueltos en banderas tibetanas y gritando “libertad”, interrumpiendo así una y otra vez la marcha en la que participan más de 80 atletas y estrellas locales.

En Downing Street

Algunos políticos ingleses han salido ya a criticar que esta mañana el primer ministro Gordon Brown recibiera la antorcha en su residencia oficial de Downing Street.

A lo que un portavoz oficial acaba de responder que “sólo se trata de un apoyo a los Juegos Olímpicos, y no a la situación de los derechos humanos que tanto preocupa a la comunidad internacional”.

A lo largo de los próximos días, la antorcha olímpica continuará con su recorrido de 22 países, el más largo de la historia, todo un símbolo del poderío de China.

Sus próximos destinos serán París, San Francisco, Buenos Aires. Desde donde saltará a África y volverá a Asia. De esta última parte del recorrido, el punto crucial se encontrará en Nueva Delhi, por la proximidad de la comunidad tibetana en el exilio en Dharamsala. ¿Cómo responderá el gobierno Indio?

Efecto en cadena

Si el ejemplo de las miles de personas que hoy, a pesar del frío, viajaron desde toda Gran Bretaña a Londres para mostrar su repulsa a la política del Ejecutivo de Beijing, es seguido en otras partes del mundo – y se espera que así suceda – podemos estar ante un hecho histórico, comparable a las manifestaciones multitudinarias contra la guerra de Irak.

Una reacción de la sociedad civil que sale de su aletargamiento para protestar en solidaridad con todos aquellos, chinos o tibetanos, que están sufriendo en estos momentos abusos, palizas, arrestos injustificados, en las mazmorras del gigante asiático.

Desde esta humilde tribuna, aplaudo la actitud de los manifestantes de Londres. Y espero que su compromiso tenga un efecto mimético y despierte reacciones similares en todo el planeta.

Deportes y derechos humanos

Mi mayor respeto a los deportistas, que con esfuerzo y en el anonimato se preparan durante años para dar muestras de sus capacidades (muchos de ellos deben estar ante un nada envidiable dilema moral).

Pero no debemos olvidar que más importante que correr rápido, lanzar jabalinas o saltar vallas, es mostrar nuestra empatía y nuestra solidaridad con quienes están sufriendo a manos de un régimen totalitario, que ante el comienzo de los próximos Juegos Olímpicos, optaron no por la apertura, el diálogo y la tolerancia, sino por la brutal represión, como informaba el pasado miércoles Amnistía Internacional.

Sabemos que los Juegos Olímpicos son un fantástico negocio, por lo que no esperamos rectificación ni compromiso alguno de sus organizadores, que velan por su parcela de poder y sus puestos de trabajo, como es comprensible. Basta ver en la página oficial de la antorcha olímpica, los logotipos de Coca Cola, Samsung y Lenovo.

Sabemos que nuestros líderes políticos, más preocupados por esos intereses geoestratégicos que tantos nos cuesta entender - como sucede, salvando las diferencias, con Palestina y con el Sáhara- y por defender las inversiones de los empresarios que han desembarcado en ese mercado de 1.300 millones de consumidores, que por los derechos humanos, no estarán a la altura del desafío.

Por estas razones, queda en manos de la sociedad civil, de los ciudadanos del mundo, levantar la voz y mostrar su repulsa a la conducta del gobierno de Beijing, que también ampara y protege a sus pares en Rangún y Jartúm. Quizás sea la única oportunidad que tengamos de hacerlo en mucho tiempo.

20 minutos

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