7/8/08

Birmanos siguen siendo presos en su país

Michel Maas. Traducción: Ingrid de Vries

07-08-2008 - Radio Nederland

La junta militar de Birmania celebra mañana viernes su 20 aniversario. El régimen ha sobrevivido el ciclón Nargis, de hace cuatro meses, y permanece firme en el poder. Los generales aún gobiernan con mano de hierro, pese a los intentos de la comunidad internacional de convencerles para que adopten una postura más flexible.

birmanas250.jpgDesde que el huracán hiciera su labor devastadora, los equipos de las organizaciones internacionales de ayuda humanitaria ya no pueden entrar en Myanmar, cuyas fronteras permanecen cerradas. Cuando la comunidad internacional protesta mucho, el régimen entreabre sus puertas, pero su libertad de movimiento es muy limitada.
Las organizaciones deben operar bajo estricto control, el mismo control que sufren los birmanos desde hace muchos años y que les convierte en presos en su propio país.

Impotente
El mundo entero tiene que contemplar impotente que se frustre y obstaculice la ayuda a la región afectada, donde murieron mínimo 84.000 personas. Los generales se enriquecen desvergonzadamente a costa de las víctimas. La ayuda humanitaria desaparece, y recientemente se dio a conocer que de toda la ayuda extranjera que entra en el país, una cuarta parte termina en los bolsillos de los mandatarios. Éstos exigen que todo el dinero sea convertido en la moneda local, el Kyat - contra una cotización ficticia.

Un cómico conocido, Zarganar, quien protestó contra esta situación, ha sido detenido, y le espera una pena de cárcel de varios años por "agitación". Y, a pesar de protestas dentro y fuera Myanmar, el arresto domiciliario de la líder del movimiento democrático, Aung San Suu Kyi, ha sido nuevamente prolongado. Desde hace cinco años, Aung San Suu Kyi está encerrada en su casa. En un período de 18 años, ha sido sometida durante más de 12 años a arresto domiciliario. Manifestantes que exigen su puesta en libertad, son llevados en camiones y desaparecen. En resumidas cuentas, nada ha cambiado en Myanmar.

Baño de sangre
El viernes 8 de agosto hará 20 años que se formó la actual junta militar. El régimen militar llegó al poder después de una revuelta popular que fue oprimida violentamente. La rebelión se produjo tras la renuncia del dictador, el general Ne Win, quien había oprimido el país durante años. Cientos de miles de birmanos salieron a las calles para exigir la democracia. El 8 de agosto se celebró la mayor manifestación, que finalizó en un baño de sangre. El general Ne Win decretó el estado de emergencia y prohibió a sus tropas que dispararan al aire. Abrieron fuego contra la multitud de ciudadanos y monjes budistas. Los militares dicen que se produjeron "algunos muertos"; otras fuentes hablan de al menos 3.000.

Internet
La opresión violenta de las protestas callejeras en septiembre del 2007 recuerda la revuelta de 1988, aunque esta vez el número de víctimas fue inferior, porque el mundo entero contempló los acontecimientos, gracias a imágenes difundidas por Internet.

1988 es también el año de la aparición en el escenario político de Aung San Suu Kyi, hija del legendario general Aung San. Ella se encontraba casualmente en Myanmar para cuidar a su madre que estaba enferma, y, tras participar en las protestas, pronto se convirtió en el símbolo del movimiento de democratización. En las elecciones de 1990, la oposición democrática logró, bajo su liderazgo, una victoria arrolladora sobre los generales. La junta militar hizo caso omiso del resultado y Aung San Suu Kyi fue sometida a arresto domiciliario.

En 1991, la líder de la oposición recibió el premio Nobel de la Paz, lo cual no fue considerado por los generales como motivo para liberarla. Todo lo contrario, pues como Nobel de Paz es incluso más peligrosa que antes. De ahí que su arresto domiciliario fue prolongado el 26 de mayo pasado, cuando la atención del mundo entero estaba puesta en Birmania. Si estuviera en libertad, Aung San Suu Kyi podría utilizar esa atención mediática para dar nuevas fuerzas a la oposición: los generales odian una oposición seria.

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