23/6/08

Birmanos a la deriva

La depresión, el miedo y la psicosis a una nueva tragedia se instalan en la vida de los damnificados por el ‘Nargis’

europa press / madrid - Diario de Burgos
Los supervivientes del ciclón Nargis que asoló el este de Birmania, hace ya un mes, están experimentando las consecuencias psicológicas no solo de haber sobrevivido a la tormenta, sino del cansancio acumulado en las tareas de reconstrucción de sus hogares, añadido al miedo de que vuelva a caer sobre ellos una catástrofe climática similar.
«He visto a mucha gente muy triste, muy ansiosa, y temerosa de que el viento termine de arrasar todo lo que les queda», declaró el especialista en traumas Kaz de Jong, de Médicos sin Fronteras (MSF), recién llegado de una misión de asesoramiento en el delta del río Irrawaddy, región epicentro del desastre. El doctor se mostró impresionado por el esfuerzo de la población birmana en luchar contra la adversidad, a pesar del alcance de los daños.
Los síntomas de malestar psicológico suelen ser comunes entre los supervivientes, que repiten «obsesivamente» imágenes del desastre en su mente, en particular la última vez que vieron a sus seres queridos. Otros sufren problemas de sueño, palpitaciones cardíacas e hipertensión. «Todos son problemas del estrés acumulado», declaró De Jong.
El especialista confirmó que muchos supervivientes, entre ellos niños, parecen aislados, o carecen de energía para enfrentarse al futuro. Esto podría ser, a largo plazo, mucho peor que la crisis alimentaria en la región. «Todos vosotros estáis preocupados por el arroz, pero la gente necesita estar motivada para comer», explicó una anciana a De Jong. «Y mi vida, en este momento, no merece la pena, porque he perdido a toda mi familia», lamentó.
Para MSF, es «normal» cierta sensación de «desesperación» en los supervivientes, dadas las pérdidas. Pero lo cierto es que estos problemas limitan la habilidad de los birmanos para reconstruir sus vidas. En este sentido, la organización humanitaria está trabajando para establecer redes de apoyo para atender a las víctimas a recuperarse mentalmente, y para evitar problemas psicológicos más agudos. «Necesitamos ayudar a que la gente se recupere, y conseguir que sus vidas vuelvan a valer la pena», explicó el especialista.

Los más vulnerables. La intención de MSF es identificar a los líderes de cada comunidad para adiestrarles en conocimientos básicos de control del estrés, para que puedan supervisar la evolución de la población más vulnerable, como niños o ancianos que sean únicos supervivientes de sus familias. Entre estas técnicas se incluye preguntar a los monjes budistas que enseñen a los residentes prácticas de meditación, animándoles a que expresen sus sentimientos respecto a sus experiencias, y enseñando a los supervivientes a pensar solo en sus familiares muertos durante períodos concretos del día para evitar que obsesionen con los recuerdos.
Estas prácticas se repiten en diversas ONG presentes en el país. «En Asia, la gente no es muy abierta a la hora de hablar sobre sus sentimientos, por lo que sufren en silencio», explicó el portavoz de World Vision, James East. «Trabajaremos para entrenarles y para que reconozcan los síntomas de este trauma», añadió.
Y mientras, los trabajadores médicos en el delta del Ayeyarwady -otra de las zonas afectadas- siguen trabajando para evitar brotes procedentes de la contaminación del agua y de las picaduras de los mosquitos, que podrían aumentar la cifra provisional de 133.000 muertos y desaparecidos al paso de la tormenta.
Hasta el momento, el operativo de MSF compuesto por 43 equipos médicos, todavía no han detectado tales brotes. Ahora se encuentra tratando a decenas de miles de heridos por la tormenta, y atiende los cada vez más numerosos caso de diarrea severa e infecciones del tracto respiratorio.
Las fuertes lluvias monzónicas se han convertido en una de las principales fuentes de agua potable en la zona. Los trabajadores humanitarios han distribuido cántaros para ayudar a los supervivientes a recogerla, aunque persisten las preocupaciones sobre enfermedades relacionadas la contaminación.

ABANDONO. A esta desesperada situación se une que los médicos extranjeros que llegaron a Birmania para atender a los afectados por el ciclón han comenzado ya a abandonar el país debido a que la Junta militar ha empezado a cerrar los campamentos de ayuda humanitaria en las áreas afectadas, según informó Surachet Satitniramai, coordinador de tareas humanitarias del Ministerio de Sanidad tailandés.
Satitnirami aseguró que el Ejecutivo había pedido a Tailandia que no mandase la tercera tanda de doctores, lo que significa que no habrá médicos en los próximos días, y que la mayoría de los campamentos instalados en el Delta de Irradaway estarán cerrados.
«Médicos procedentes de India, Japón y Filipinas ya se han marchado, mientras que la mayoría de campamentos han sido cerrados», manifestó Satitnirami, quien añadió que los únicos doctores activos son birmanos.
El ciclón Nargis sacudió la densamente poblada población del delta del Irrawaddy, matando a más de 134.000 personas y dejando sin hogar a 2,4 millones. A pesar de la magnitud del desastre, la Junta birmana se ha mostrado reacia en todo momento a admitir ayuda humanitaria extranjera.

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