Escrito por EMD/HRW | |
11-12-2007 a las 15:39:59 | |
La represión fue más sangrienta de lo admitido
Muchas más personas de las que el gobierno admite fueron asesinadas y detenidas durante la violenta represión gubernamental contra monjes y otras personas que realizaron manifestaciones pacíficas en septiembre de 2007, señala Human Rights Watch en un informe. Desde que ocurrieron esos ataques, el régimen militar ha dirigido la fuerza plena de su autoritario aparato a intimidar a toda oposición, persiguiendo a líderes de las protestas en redadas nocturnas y degradando a los monjes. El informe de 140 páginas, “Crackdown: Repression of the 2007 Popular Protests in Burma” (“Contención violenta: Represión de las protestas populares de 2007 en Birmania”), se basa en más de cien entrevistas a testigos presenciales en Birmania y Tailandia. Es la narración más completa hasta la fecha de los sucesos de agosto y septiembre pasados. La investigación de Human Rights Watch determinó que las fuerzas de seguridad dispararon contra las multitudes utilizando municiones de guerra y balas de goma, golpearon a manifestantes y monjes antes de arrastrarlos para subirlos a camiones, y arbitrariamente detuvieron a miles de personas en sitios de detención oficiales y no oficiales. Además de los monjes, muchos estudiantes y otros civiles fueron asesinados; no obstante, sin un acceso pleno e independiente al país, es imposible determinar las cifras exactas de muertes. "La represión en Birmania está lejos de concluir", dijo Brad Adams, director de la División de Asia de Human Rights Watch. "Las duras medidas represivas continúan y el gobierno sigue mintiendo acerca de la magnitud de las muertes y detenciones". Human Rights Watch pudo determinar que la represión fue llevada a cabo en parte por la Asociación para la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo (USDA, por sus siglas en inglés), una organización "de bienestar social conformada por masas de base" con más de 23 millones de miembros, a la cual el ejército birmano está preparando para que lidere un futuro gobierno civil. La USDA operó junto a milicianos de Swan Arr Shin (Amos de la Fuerza), soldados y agentes de la policía antimotines en las golpizas y detenciones de manifestantes. El informe documenta los asesinatos de 20 personas en Rangún, pero Human Rights Watch cree que la cantidad de muertes fue mucho mayor y que centenares de personas continúan detenidas. Human Rights Watch no pudo recabar información sobre asesinatos y detenciones en otras ciudades y pueblos donde también hubo manifestaciones. El 3 de diciembre, en una conferencia de prensa en Naypidaw, la nueva capital, el jefe mayor de la policía nacional Khin Ye declaró que “diez personas murieron y 14 resultaron heridas durante la protesta de los monjes del 26 al 30 de septiembre. Los miembros de las fuerzas de seguridad manejaron la situación conforme a los procedimientos”. Human Rights Watch tiene información de que Khin Ye supervisó personalmente los brutales arrestos, golpizas y asesinatos de monjes en la Pagoda Shwedagon en Rangún el 26 de septiembre. El régimen del Consejo de Estado para la Paz y el Desarrollo asegura que se "interrogó" a un total de 2,927 personas, incluyendo a 596 monjes, y que casi todas fueron puestas en libertad. Afirma que nueve personas fueron sentenciadas a prisión, mientras que 59 laicos y 21 monjes siguen detenidos. Human Rights Watch dijo que se desconoce el paradero de centenares de manifestantes, incluidos monjes y estudiantes miembros de la Generación ’88, quienes lideraron las protestas hasta el momento de su arresto a finales de agosto. Human Rights Watch señaló que antes de las manifestaciones había más de 1,200 prisioneros políticos consumiéndose en las cárceles y los campos de trabajos forzados de Birmania. "Los generales soltaron a sus matones civiles, soldados y agentes policiales contra los monjes y otros manifestantes pacíficos", dijo Adams. "Ahora deben rendir cuentas por las personas asesinadas y esclarecer el destino de las desaparecidas". Human Rights Watch instó a una mayor acción internacional, incluso por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a fin de presionar al gobierno birmano para que emprenda reformas profundas. El 11 de diciembre, el relator especial de la ONU sobre Derechos Humanos, Paulo Sérgio Pinheiro, presentará al Consejo de Derechos Humanos en Ginebra sus hallazgos acerca de la represión. Human Rights Watch criticó la falta de acción por parte de países que mantienen buenas relaciones e influencia en Birmania, como China, India, Rusia, Tailandia y otros miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. China ha dejado en claro que no permitirá que el Consejo de Seguridad de la ONU aborde la situación de Birmania de ninguna manera significativa. Japón ha reaccionado tímidamente, a pesar de que un periodista japonés fue asesinado por las fuerzas de seguridad birmanas. "Es hora de que el mundo imponga un embargo de armas de la ONU y sanciones financieras, y que lastime a los líderes de Birmania hasta que produzcan cambios reales", dijo Adams. "Países como China, India y Tailandia tienen la responsabilidad de actuar para ayudar a que los generales rindan cuentas y así poner fin a esta larga pesadilla de represión militar". Relatos seleccionados de testigos presenciales incluidos en el informe: "La redada en el monasterio ocurrió alrededor de la 1 a.m. Los soldados ordenaron a gritos que se abriera la puerta del monasterio y luego la derribaron chocándola con su camión cuando nadie llegó a abrirla. Vociferando, lanzaron bombas lacrimógenas, dispararon sus ametralladoras contra los edificios del monasterio y utilizaron sus garrotes para golpear a los monjes cada vez que los veían. Muchos monjes huyeron trepando los árboles cercanos y ocultándose en las casas del vecindario. A mí me hirieron en la cabeza cuando fui golpeado con un garrote. Al regresar al monasterio por la mañana, vi charcos de sangre , ventanas rotas y casquillos de balas disparadas tirados en el piso. Descubrimos que faltaban unos cien de los 230 monjes. Se llevaron nuestro dinero y joyas, así como otras cosas valiosas que encontraron en el monasterio" "Teníamos mucho miedo. Mis dos amigas estaban llorando fuertemente y yo sentía tanto temor de que los soldados nos encontraran. Luego los informantes señalaron hacia el césped. Siete personas jóvenes estaban allí escondidas. Se pusieron de pie y corrieron, pero los soldados empezaron a dispararles a la espalda. Sólo pudieron dar seis o siete pasos antes de derrumbarse. Tres o cuatro de los muchachos, como de 20 a 22 años de edad, fueron muertos a tiros de inmediato. Los demás trataron de correr pero fueron alcanzados y se los llevaron en los autos del ejército". "Después de las advertencias, los soldados que estaban en la primera fila lanzaron bombas lacrimógenas hacia la multitud. Cinco soldados las dispararon. Empezaron a lanzarlas inmediatamente después de dar el aviso. La gente corrió en todas direcciones. Veinte soldados saltaron la barricada y empezaron a golpear a la gente. Dos personas murieron. ... No fue como en las películas. Cuando los soldados golpearon a esas personas trataban de matarlas. Las golpearon en la cabeza y el abdomen. Los soldados las arrastraron de las piernas por encima de la barricada ... pusieron los dos cuerpos al lado de sus camiones". "En ese momento, una joven no estaba segura de si debía acostarse o ponerse de pie. Un [agente de la] policía antimotines la golpeó con su garrote en un lado de la cara. La joven cayó al piso. Habrá tenido veintitantos años – le estaba corriendo sangre por la cara y es posible que su cráneo estuviera fracturado. No estoy seguro si murió. Nadie pudo ayudarla. Si levantábamos nuestras cabezas, nos golpeaban y pateaban con sus botas". Más información sobre los derechos humanos en Birmania El MercurioDigital |
11/12/07
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